domingo, 4 de noviembre de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Posada

Resulta que voy a medio gas. Sin impacientarme continúo con mis quehaceres y ya estamos en Noviembre. En parte me he visto saturado por la situación, en parte he echado el freno porque me estaba imponiendo un ritmo frenético. Tanto en el trabajo como fuera de él.

Digamos que la burbuja creció tanto que explotó sin previo aviso. ¡Plaf! Y de buenas a primeras me vi tumbado en el sofá admirando el techo sin ganas de mover un dedo. Como si todo lo que te rodea te importase un carajo y sólo tuvieras ganas de que el día se pase sin más pretensión que la de meterte en la cama y destrozar el despertador cuando suene a las seis de la mañana.

Incluso las palabras huían despavoridas cuando trataba de escribir algo tan sencillo como el día a día que baila junto a mi.

Algo normal, supongo (espero), que después de tanto luchar contracorriente sea necesario un descanso. Porque es verdad que me siento cansado, un poco harto de tener que lidiar con la lotería que es ahora el trabajo (y cuando no es fiesta), un poco impotente de ver como las pocas ideas que tengo se disuelven en un vaso a rebosar de somnolencia y hastío. Y como, al sentarme a escribir, resulta que no tengo muchas ganas de soñar, pues se han encargado a conciencia de machacarme la cabeza con cientos de advertencias estúpidas sobre lo mal que pinta el futuro y sobre abarcar más responsabilidad para que otros puedan seguir viviendo como virreyes (porque si no, sabes que no puedo garantizar que sigas en tu puesto de trabajo ¿verdad?).

Un alto en el camino, un estar tumbado durante un pequeño instante para poder seguir hacia delante, es lo único que necesito. Respirar profundo y dejar que el resto del mundo siga su curso.

PS:A todo esto, a lo mejor cambio el diseño del blog porque yo lo valgo y por probar algo nuevo.