martes, 27 de septiembre de 2011

La Tinta, el Tintero y... la Decepción

Encerrado en una prisión escarlata me encuentro.

Sin rejas, puertas ni ventanas. La compañía la obtengo del eco de tu sonrisa, del sabor de cuatro palabras mal dichas. Con mi alma hecha trizas por un verdugo de piel carcomida.

Pasan los días, mi cuerpo se pasea por una ciudad vacía. ¿Lo estaré soñando?

¿Acaso los muros de mi prisión han sido derribados?

No lo creo, tan sólo se han desplazado para mi tortura y desespero.

Pues con la mirada vacía busco y no te encuentro, ya solo me resta abandonarme a mis sueños.

Hasta que venga el verdugo diciendo que ha llegado el momento.

Y colgado de una soga tejida por las lágrimas que derramaron mis sentimientos, le dedique una última sonrisa al viento.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La Tinta, el Tintero y... el Cordón.

Mi inspiración se encuentra congelada en el tiempo. Bajo una gruesa manta de hielo. Con su sonrisa y su mirada lánguida me acusa mientras dure su encierro.

Me pregunto como he llegado a esta situación, cómo es posible que llenando páginas y páginas con historias que comenzaban con una simple sonrisa, el sonido de un despertador o cualquier otra chorrada, ahora me encuentre perdido. Sin saber que decir o que hacer.

En esos días, que pueden llegar a durar semanas, me esfuerzo por intentar no caer. Evitando las trampas que bajo mis pies ponen la desidia y el abandono.

Miro a mi alrededor en busca de alguna salida, de alguna respuesta. Cazando interrogaciones en un campo lleno de exclamaciones. Así me siento.

La cuestión que me planteo es la siguiente. Tal vez necesite un cambio, nuevos aires, perspectivas mejor moldeadas. Tratar de evitar que mi singular visión tome el control, imponiendo unos límites acordes a lo que quiero, a lo que deseo. Sin extravagancias, las justas y necesarias para asomarme al abismo y no sentir vértigo.

¿Cómo lograrlo? Aún no estoy del todo seguro. Comenzaré por ordenar mis ideas, mis pensamientos y mis sentimientos. Con calma, sin prisa y sobre todo sin desviar mi atención. Con un poco de concentración estoy seguro de conseguirlo.

Un paso, un pequeño paso. Cambios ligeros, que apenas se noten. Porque ya tengo los ojos cansados de tanto plan estrafalario.

jueves, 8 de septiembre de 2011

La Tinta, el Tintero y... el Caminar

De viajes, de carreteras, de paradas y cafés. Estirar las piernas y descansar un poco.

Los viajes poseen una gran atracción sobre mi. No por el hecho de llegar a ningún lugar concreto. Sólo viajar, recorrer kilómetros y ver el paisaje cambiar. Sin pedir nada más. Es mi particular canto de sirena. Me siento al volante, escucho el motor y las ruedas se ponen a caminar.

El paisaje cambia, sin sobresaltos, sin sustos. El horizonte cobra vida propia y como el mejor narrador cuenta su propia historia con calma. A lo lejos, te habla sobre tal o cual pueblo. Sobre aquella ciudad que nunca visitarás, repleta de historias que jamás conocerás. De ese bar de carretera en el cual te tomarás un café y pasados cinco minutos ya no recuerdan ni tan siquiera como eras.

Detienes tu marcha, llenas el depósito y la mirada se pierde en aquellas montañas de sonrisa pétrea y triste despertar arropan con sus brazos a bosques, a campos repletos de girasoles, de cebada, de trigo, de olivos, que más dará... Sonríes, y cuando te quieres dar cuenta ya no están.

El camino prosigue. A lo lejos, si tienes suerte, atardece y con un sólo parpadeo de ojos te das cuenta de que a tu destino acabas de llegar.

Paro el motor, bajo, miro hacia atrás y pienso, Necesito más.